(Pulso) El directivo adelanta parte de los planteamientos que presentará a sus pares, con acento en la baja en los proyectos de inversión. “Según nuestro registro de proyectos de inversión aprobados por los respectivos directorios y por las personas que toman decisiones de financiamiento, se calculaba una cartera de proyectos cercana a los US$112 mil millones en 2012. Pero hoy día hemos visto que como consecuencia de la pérdida de competitividad de la minería esto se ha reducido a US$50.000 millones”, asegura.
¿A qué se debe este descenso?
Por varios motivos. El primero es la pérdida de competitividad: nos subieron los costos a más del doble que lo que teníamos diez años atrás. Eso tiene que ver con razones internas, como las bajas de leyes que hace que ahora haya que mover más material para sacar la misma tonelada de cobre que antes, y la otra razón es bien conocida: que la energía en Chile es de las más caras del mundo, lo que nos hace ser mucho menos competitivos que otros países de la región, que producen cobre con energía más barata.
Y el agua, la mano de obra…
Hay un tema de recursos hídricos también, pese a que nosotros ocupamos poco, un 5%, pero en zonas en las que es muy escaso. Nos hemos visto forzados a usar agua de mar en lugares en que se puede, pero el agua de mar vale cuatro veces más. Tercero, la mano de obra, que subió más del doble de lo que ha subido en todo el país, y con pleno empleo, lo que no es algo malo, pero la productividad bajó, entonces, el alza es mayor. Y finalmente una serie de procesos judiciales que han cuestionado un poco la institucionalidad ambiental y de proyectos asociados a la minería como los proyectos de energía en la zona de Atacama.
Todo eso al final hace que una serie de proyectos, los más marginales, hayan entrado a una etapa de revisión, estudio, otros con revisión de temas ambientales.
¿Cómo impacta esto en la economía del país?
Esto es muy lamentable porque significa que impacta en otros sectores como la construcción, industria metalmecánica, el transporte, el comercio, entonces, se ve que la minería tiene un efecto multiplicador que afecta otros sectores de la economía cuando no anda bien. Lo bueno es que estos proyectos no han desaparecido, están. Por lo tanto, creemos que hay que hacer un esfuerzo de todos, tanto público como privado, de destrabar estos proyectos, analizar condiciones para que se desarrollen con facilidad. Al desarrollarse hay más inversión, más empleo y crecimiento y hay un círculo virtuoso.
¿Será también que los proyectos se han encarecido?
Claro. El capex también se multiplicó casi tres veces. Un proyecto que antes costaba US$2.000 millones hoy vale US$6 mil millones. Eso también le quita rentabilidad al proyecto, pero eso también tiene que ver con una pérdida de competitividad.
Las empresas contratistas también se deben ajustar, y se abre otro escenario para la ejecución de los proyectos.
Hasta hace poco, los proyectos se ejecutaban casi en su totalidad por terceros ¿Cuál es la tendencia actual?, ¿qué las mineras ejecuten por si mismas los proyectos?
Más que en los proyectos, eso se está dando en la operación. En general, las mineras no ejecutan proyectos, no son constructoras. En operación sí se está dando que muchos procesos productivos que están tercerizados, precisamente porque hubo un alza desmedida en estos costos, la minería los está evaluando y ha dicho ‘esto mejor lo hago yo’. Muchas empresas en las que participo están estudiando volver a internalizar procesos.
¿Afectan a las expectativas de inversión los anuncios de reformas? Hay algunos empresarios critican que vino una avalancha de anuncios.
Sin duda que las condiciones o expectativas de las condiciones en que yo me muevo o calculo mis cosas genera más riesgo e incertidumbre. Ante eso, la inversión siempre es más cauta en realizarse. Desde ese punto de vista sería muy favorable despejar luego el tema de la reforma tributaria para poder tener clara las reglas del juego con que se va a trabajar y poder avanzar.
Hay otros proyectos en el Congreso como el de protección de glaciares…
Vivimos en un mundo más globalizado, conectado, con mayores participaciones de las comunidades, por eso nuestro quehacer tiene que ser una minería sustentable que se haga cargo de las inquietudes de la comunidad, respetando el medio ambiente en conjunto con el negocio. Que el negocio funcione, y además que los impactos sean mitigados, reparados o bien que se cambien los proyectos. Acá la comunidad debe tener toda la información del proyecto, cómo lo hacemos y que ellos conozcan las externalidades positivas del proyecto y que también se conozcan las negativas para luego determinar cómo mejorarlo.
Esa es una nueva realidad y la minería del siglo 21 está así. Lo que pasa es que dentro de estos análisis hay posturas un poco más extremas, más ideológicas que toman posiciones totalmente diferentes y que van en contra de la minería. Yo creo que lo prudentes es dialogar y ver que se puede hacer en beneficio del país.