Para el 2008, el Gobierno proyectó que el precio del cobre promediaría US$ 2,5 por libra. Esto, unido a factores como los costos de producción y la expansión económica, le permitió pronosticar para este año un superávit fiscal efectivo de 4,8%. En 2007 fue de 8,7%. Pero será más.
«Sólo por el impacto del precio del cobre, de todas maneras se batirá el récord del superávit fiscal de 2007 este año», comenta Alejandro Alarcón, gerente general de la Asociación de Bancos. Coinciden Guillermo Pattillo (Universidad de Santiago) y Joseph Ramos (U. de Chile).
La inyección de recursos que percibirá la economía será enorme. Ramos calcula que, por lo bajo, serán US$ 10 mil millones extra, que se sumarán a los US$ 21 mil millones acumulados en los dos fondos especiales (el de Estabilización Económica y Social y el de Reserva de Pensiones) y en los activos de Tesorería. Pattillo dice que si el precio promedia este año US$ 3,8 por libra, se agregarán US$ 15 mil millones. «Más los intereses que renten, al cierre de 2008 podríamos estar con casi US$ 40 mil millones de ahorro», prevé.
Como el Gobierno gasta cada año según un precio de largo plazo del cobre, no habría recursos adicionales para este año. Pero si el valor de tendencia sube, como cree Alarcón, se ampliarán las holguras de gasto para 2009, con todo lo que ello significa para la inflación. «Esto refleja la importancia de por qué debió mantenerse la meta de superávit estructural en 1% y no bajarla a 0,5% del PIB», critica.
Ante esta abundancia de recursos con beneficios permanentes, Pattillo propone una reflexión profunda sobre el esquema tributario, de modo que se grave más el consumo y menos el ahorro (inversión) privado.
Ramos dice que no hay razón plausible que explique por qué, con esta bonanza, la economía se está desacelerando.
Fuente / El Mercurio